Una de tortilla

       Aprendí a hacer la tortilla de papas en inglés y ahora no me sale en otro idioma. Cuando tenía trece años, mi profesora nos mandó grabar un vídeo cocinando algo sencillo y explicando los pasos en inglés. Yo hice una tortilla de papas, la primera de mi vida. Pero claro, la hice en inglés y ahora no me sale en mi idioma ni en ningún otro, porque he probado a hacerla en italiano y el resultado ha sido igual de desastroso.

Mi madre no me entendía; ella quería sacarle provecho a mi nueva habilidad, pero cuando se empeñaba en recordarme cómo se hacía, era yo el que no entendía nada. Cuando iba a la despensa nunca encontraba papas, porque lo que yo buscaba eran potatoes, y en la nevera no veía huevos, solo eggs. Yo intentaba explicarle a mi madre que solo sabía hacer la tortilla en inglés, pero ella se enfadaba muchísimo y me mandaba a la habitación sin cenar, seguramente pensando que su hijo era un completo imbécil.

Han pasado los años y sigo teniendo el mismo problema. El otro día, mi mujer y yo invitamos a cenar a unos amigos que acababan de pasar unos días en Londres por vacaciones. Yo me empeñé en hacer una tortilla de papas, porque quería comprobar si entendían tanto inglés cómo presumían. No notaron nada; yo los miraba mientras comían por si percibía algún gesto que revelara que habían descubierto el engaño, pero nada; confundidos seguramente por la globalización, se comieron toda la tortilla sin inmutarse, sin dejarse llevar por ningún anglicismo espontáneo. Empecé a pensar que el viaje a Londres había sido un fraude y cuando nos enseñaron las fotos, me pareció advertir detalles sospechosos. Mis amigos, ante El Palacio de Buckingham o el Big Ben, me parecieron superpuestos, pegados maliciosamente a una realidad en la que no se ubicaban porque en realidad no estaban allí, sino en el pueblo de sus padres. Cuando se fueron, le confesé a mi mujer mis sospechas, pero me miró con desprecio y sacó la misma conclusión que había sacado mi madre: su marido era un completo imbécil.

Así que, aunque ahora soy mayor y sigo teniendo el mismo problema, he aprendido a disimular delante de mi mujer y mis amigos. Cuando tengo que hacer una tortilla sé que los eggs que hay en la nevera y las potatoes de la despensa, son los huevos y las papas que necesito para hacerla. Hago repaso mental del procedimiento en inglés y me sale una tortilla perfecta. Y todos contentos, porque nadie parece notar la diferencia; nadie sospecha que en lugar de una tortilla se están comiendo una omelet.

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